El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) –localizado en la esquina clave de la Macro Plaza y flanqueado por la Catedral y el Palacio Municipal– se diseñó para integrarse al paisaje urbano tomando como base la planta tradicional de las casas mexicanas que se estructuraban a partir de un patio central rodeado de arcadas que dan acceso a las galerías.
El acceso peatonal y la salida del estacionamiento se llevan a cabo a través de una pequeña plaza en la que una gigantesca paloma de Juan Soriano rinde nostálgico homenaje al Palomar de Luis Barragán. Desde esta plaza se accede a través de discretas puertas al vestíbulo que con una gran altura, color y luz, sirve de comunicación con el auditorio, cafetería y tienda.
Después de cruzar por una celosía escultórica se llega al gran patio que, además de cumplir la función de elemento central y distribuidor de las galerías, es usado para conciertos, banquetes y otras reuniones. Durante su uso diario está cubierto con una capa de agua de 3 cms y recibe periódicamente una descarga de agua que anima y refresca el ambiente.
La exposición de arte se lleva a cabo en un ambiente natural, con galerías de diferentes proporciones, formas y alturas. Localizadas estratégicamente, las ventanas son fuentes de luz natural que mantienen al visitante en contacto con la ciudad y el patio central sin distraer de las exhibiciones.